Taparse con la manta antes de dormir es para muchos uno de los momentos más reconfortantes del día, especialmente cuando hace frío. Sin embargo, no siempre es necesario que las temperaturas sean bajas, ya que además de servir para subir la temperatura corporal puede tener efectos a nivel psicológico.
Un estudio del Departamento de Anestesiología de la Universidad de California (EEUU) publicado en 2011 apunta a que la presión que ejerce en el cuerpo, especialmente las mantas pesadas, podrían ayudar a aliviar el dolor crónico y mejorar la calidad del sueño.
Pero no solo esto, las conocidas como “mantas lastradas” se han asociado en algunos estudios con mejora o sensación de alivio en personas con problemas de salud mental como ansiedad o depresión.
Un estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Flinders y Adelaida (Australia) publicado en el American Journal of Occupational Therapy destacaba la capacidad de generar confort emocional y facilitar la relajación en terapias con adultos.
Sin embargo, estos mismos investigadores advierten que no se ha demostrado suficiente evidencia con respecto a su uso en niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) o TEA (Trastorno del Espectro Autista).
Según los especialistas, para estas mantas lastradas que han sido calificada antiestrés lo ideal es que el peso de la misma sea el 10% del peso de la persona que la vaya a usar.