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¡Ahí vienen!

¡Ahí vienen!



Está muy cantada la decisión de Trump de atacar a los cárteles mexicanos del narcotráfico, ya etiquetados como organizaciones terroristas para el gobierno y las agencias norteamericanas.

Y la razón es simple: enviar un mensaje de fuerza, de poderío, de capacidad logística, militar de precisión y contundencia.

Los vuelos de mapeo y detección en días recientes, el portaaviones en aguas cercanas a las costas mexicanas, son un simple preparativo para sus operaciones.

Podrá ser, como es siempre con Trump, un golpe de efecto para cumplir dos objetivos simultáneos: alimentar a sus simpatizantes mediante las pantallas mediáticas y las redes sociales, al tiempo que golpea, debilita y arrincona al gobierno mexicano.

¿En qué situación queda el gobierno de Claudia Sheinbaum después de un operativo especial en contra de narcotraficantes mexicanos en territorio nacional?

Ciertamente, una muy complicada. No podemos, como las contradicciones absurdas de AMLO, salir a defender a los criminales con maniqueos argumentos soberanos; mucho menos estamos en condiciones de declarar una ruptura de relaciones o una demanda —inútil— ante tribunales internacionales, dado el desconocimiento de su jurisdicción frente a Washington; impensable una declaración más fuerte de invasión y respuesta. Totalmente absurdo.

¿Qué nos queda entonces?

La negociación. El único instrumento que nos permite formar parte de la mesa de las decisiones, y más bien en la esquinita, cooperar, dialogar, buscar acuerdos de participación o intervención conjunta. Ustedes ponen la inteligencia y la información satelital, mientras que las fuerzas mexicanas realizan el operativo, la planeación y la logística.

La supervisión puede ser compartida, pero los objetivos, detención, neutralización y eliminación deberán cumplirse.

No creo que pueda haber otra alternativa.

La presidenta lo ha hecho bien. Ha insistido en el trabajo conjunto, en la colaboración y el diálogo. Ha sido enfática al señalar la plena y total disposición. Esperemos que escuchen en el Pentágono y la Casa Blanca.

Recordemos que este es no solo un compromiso de campaña del hoy presidente, sino además uno de sus ejes vectores al prometer un país más seguro y protegido de las drogas y los criminales extranjeros.

Y justamente por ello, se debe analizar el problema desde la óptica del rédito político interno para Trump.

Un operativo, dos o tres, con los poderosos efectivos de operaciones especiales de cualquiera de los cuatro cuerpos de las Fuerzas Armadas (Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Marines) sería muy espectacular para el pueblo estadounidense. Trump reafirmaría su posición como líder indiscutible para combatir el crimen y las amenazas externas, impulsaría su popularidad, además de “ablandar” a su socio, vecino y principal proveedor en la mesa de las negociaciones.

Para Trump es un ganar-ganar; por ello me parece que antes de junio seremos testigos de un operativo de esta naturaleza.

No importa que en los hechos, lo sabemos bien los mexicanos, atacar al liderazgo de un cártel no lo elimina ni lo desaparece. Por el contrario, produce una guerra interna por la sucesión de nuevas cabezas al mando que permitan al negocio fluir ininterrumpidamente.

Pero es muy espectacular y encanta a trumpistas a ambos lados de la frontera.

La capacidad y el talento de Omar García Harfuch deberán ser el eje de comunicación con el sector militar y de seguridad nacional en los Estados Unidos.

No será terreno del Dr. De la Fuente, quien desconoce por completo esos circuitos, ni mucho menos del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ampliamente desprestigiado en el círculo trumpista.

García Harfuch deberá trabajar en abrir los canales, establecer vías de comunicación confiable y sumar un alto mando (Ejército, Marina) que sea el interlocutor con el Pentágono. Y esto tiene que suceder de inmediato.

Trump tiene prisa y es entendible. Su agresiva postura comercial hacia el mundo y hacia México puede causar significativos daños en la economía americana, como ya hemos explicado. Los aranceles son de doble filo, cortan para ambos lados, y el impacto para el consumidor americano puede ser considerable.

Ya los primeros datos de inflación del 2025 —de los cuales no es responsable aún su gobierno— son negativos, con una alza inflacionaria que alcanzó el 3%. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, fue muy claro al decir que no es momento aún de volver a bajar las tasas ante el repunte de los precios, especialmente el huevo en los supermercados norteamericanos.

Para compensar, Trump tendrá que ofrecer “triunfos” y espectaculares victorias en lo político, en la migración y sus deportaciones al alza, en sus amenazas irrefrenables de aranceles y en sus esfuerzos de paz con Putin y Zelenski en Rusia y Ucrania. Y como joya de la corona, la eliminación de cabezas del narcotráfico mexicano. Todo eso mientras sus planes económicos empiezan a dar resultado.

Todo está por verse.



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